El camino sinodal que la Iglesia está experimentando actualmente se desarrolla a través de rasgos distintivos que también caracterizan las distintas etapas de un proceso. El Papa Francisco encauza a lo largo de esta simetría el discurso dirigido a los prelados auditores de la Rota Romana que anima a “continuar con fidelidad y renovada laboriosidad el ministerio eclesial al servicio de la justicia, inseparable de la verdad y, en definitiva, de la salus animarum”. “Un trabajo -añade el Pontífice- que manifiesta el rostro misericordioso de la Iglesia: un rostro maternal que se inclina sobre cada fiel para ayudarle a hacer la verdad sobre sí mismo, levantándole de sus derrotas y fatigas e invitándole a vivir plenamente la belleza del Evangelio”. En particular, en este año dedicado a la familia, el encuentro con los miembros de la Rota Romana es “una oportunidad para reflexionar sobre la sinodalidad en los procesos de nulidad matrimonial”. El trabajo sinodal, explica el Pontífice, no tiene una dimensión estrictamente procesal, sino que “debe ponerse en diálogo con la actividad judicial, para favorecer un replanteamiento más general de la importancia que la experiencia del proceso canónico tiene para la vida de los fieles que han experimentado un fracaso matrimonial”.
El Papa insta a preguntarse en qué sentido la administración de justicia necesita un espíritu sinodal.
En primer lugar, la sinodalidad implica caminar juntos. Superando una visión distorsionada de las causas matrimoniales, como si en ellas se afirmasen meros intereses subjetivos, hay que redescubrir que todos los participantes en el proceso están llamados a contribuir al mismo objetivo, el de iluminar la verdad sobre una unión concreta entre un hombre y una mujer, llegando a una conclusión sobre si existe o no un verdadero matrimonio entre ellos.
La vision de caminhar juntos hacia un fin común “no es nueva en la comprensión eclesial de estos procesos”. “Pío XII -recuerda el Pontífice- delineó la tarea de cada participante en el proceso en términos de búsqueda de la verdad, manteniendo cada uno la fidelidad al propio rol. Esta verdad, si se ama de verdad, se vuelve liberadora”. El Papa Francisco subraya que “ya en la fase preliminar, cuando los fieles se encuentran en dificultades y buscan ayuda pastoral, no puede faltar el esfuerzo por descubrir la verdad de su unión, requisito indispensable para la curación de las heridas”.
En este contexto se comprende cuán importante es el compromiso para favorecer el perdón y la reconciliación entre los cónyuges, y también para validar un matrimonio nulo cuando esto es posible y prudente. De este modo, también se entiende que la declaración de nulidad no debe presentarse como si fuera el único objetivo a alcanzar ante una crisis matrimonial, o como si fuera un derecho al margen de los hechos. Al presentar la posibilidad de nulidad, es necesario hacer reflexionar a los fieles sobre los motivos que les llevan a pedir la declaración de nulidad del consenso matrimonial, favoreciendo así una actitud de aceptación de la sentencia definitiva, aunque no se corresponda con sus propias convicciones.